La capital de la comarca hunde sus raíces dentro de la historia mucho antes de lo que hace suponer su condición de pueblo minero e industrial. En su término municipal hay restos de asentamientos prehistóricos y tres poblados ibéricos.
Desde mediados del siglo XX, con la explotación de las minas y la posterior construcción de la central térmica, Andorra pierde su carácter rural y agrícola y se convierte en el tercer núcleo poblacional de la provincia con más de 8.000 habitantes.
A pesar de la gran transformación que experimenta durante el siglo XX, se siguen conservando elementos de gran interés histórico-artístico dentro de su casco urbano como La Iglesia Parroquial de la Natividad de Nuestra Señora, de estilo renacentista, en la que destaca la belleza de su fachada-retablo, claro exponente del Manierismo aragonés, declarada Bien de Interés Cultural; el Horno de Pan Cocer que se construye en 1789 como horno de la localidad, actualmente sede de una Colección Etnográfica donada por Ángel García Cañada; la casa de los Alcaine; o la ermita del Pilar, pequeña joya del estilo gótico-levantino.
Diseminados por la localidad, encontramos obras monumentales de artistas aragoneses que han plasmado su creatividad en temas como el Labrador y el Minero, el Tambor y el Bombo, Homenaje a Pablo Serrano, La Cultura, El Trabajo, etc.
En las afueras del casco urbano se puede disfrutar de dos amplias y agradables áreas de esparcimiento: el parque de San Macario, patrón de Andorra, desde cuyos miradores se disfruta de magnificas vistas de la villa minera y de la fresca en las calurosas noches de verano, y el parque del pozo de San Juan, a los pies de un castillete minero, al que se llega por un agradable paseo arbolado, ideal para las soleadas tardes de invierno.
Hoy, Andorra es una ciudad llena de vida con una variada oferta comercial y de ocio y un alto nivel de servicios e infraestructuras para los ciudadanos. También cuenta con interesantes propuestas culturales y turísticas como la Muestra de Teatro, el Ciclo de Teatro para Niños, la Feria del Libro, La Mina en Solfa, etc. Además se podría decir que Andorra es un gran centro de interpretación pues existen cuatro espacios museísticos. En Andorra, los visitantes pueden echar la vista atrás en la historia y conocer cómo era la vida en un poblado ibérico, retomar el presente con el esforzado trabajo de los mineros en el Pozo de San Juan, sede del Museo Minero de la Comarca Andorra-Sierra de Arcos, visitar el Centro Pastor de Andorra para conocer la música tradicional y la figura del afamado jotero José Iranzo o el Museo de la Semana Santa.
Un paseo
Desde la plaza del Regallo, centro neurálgico de la localidad, y subiendo por las calles enlosadas del centro urbano, en las que se pueden admirar varios modelos de artísticas luminarias, accedemos al casco antiguo de estrechas y empinadas calles adaptadas a las curvas de nivel.
La primera parada la hacemos en el antiguo Horno de pan-cocer, que sirve de telón de fondo para el busto, obra de José Gonzalvo, de José Iranzo, Pastor de Andorra, que preside junto a la Fuente del Lugar este pintoresco rincón. Junto al Horno está la casa de los Alcalá del s.XIX. Ambos edificios componen el Centro Pastor de Andorra, que alberga la Colección Etnográfica "Angel García Cañada" y el museo dedicado a José Iranzo, a la jota y al folclore musical aragonés. Asimismo, es sede de la Oficina Municipal de Turismo.
Subiendo desde allí, se llega a la plaza de la Iglesia. Destaca la Iglesia Parroquial, cuya majestuosidad y belleza la convierten en merecedora de una especial atención. En el centro de la plaza se observan las arcadas de la antigua Lonja y la Casona de los Alcaine. Desde allí, a través del laberinto de callejuelas, llegamos a la Ermita del Pilar.
Si continuamos nuestra ascensión hacia la cima de la montaña a los pies de la cual se asienta Andorra, llegamos a la ermita de San Macario, típica edificación popular, de gran arraigo y devoción entre la población andorrana. El Parque de San Macario es un excelente lugar de encuentro y esparcimiento de andorranos y visitantes.
Un momento
La Semana Santa de Andorra destaca por la riqueza de sus pasos procesionales y por el gran número de personas que de forma activa participa en esta manifestación cultural, configurándose como la localidad del Bajo Aragón con mayor número de tambores y bombos.
Uno de los actos centrales de la Semana Santa, lo constituye lo que se conoce como "Romper la hora". El día de Jueves Santo a las doce de la noche, miles de personas se reúnen en la Plaza del Regallo para romper el silencio con un estallido inmenso de bombos y tambores en un espectáculo sobrecogedor y emocionante.
Otros actos dignos de mención son la Procesión de las Antorchas, en la que un interminable río sonoro de túnicas negras ascienden esa madrugada a la Ermita de S. Macario para recoger y acompañar a la imagen del Cristo Crucificado hasta la iglesia; y la procesión del Viernes Santo al anochecer, conocida como Procesión del Santo Entierro.
Esta original manifestación religiosa se comparte con otras localidades de la zona que junto con Andorra forman parte de la conocida como Ruta del Tambor y el Bombo del Bajo Aragón, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Un detalle
La ermita del Pilar, de estilo gótico levantino es una pequeña joya del patrimonio comarcal. Partiendo de un núcleo original románico del S.XII, sufrió diversas reformas y ampliacion es entre los siglos XIV y XVI. Consta de una nave única de cinco tramos con arcos fajones apuntados que separan bóvedas de crucería de dos nervios. Tiene dos capillas lateral es comunicadas entre sí en el lado de la Epístola, a modo de pequeña nave lateral, y cabecera recta. Posteriormente se añadió otra capilla a los pies.
Destaca su sobriedad decorativa. En el interior llama la atención la decoración de las ménsulas de las que parten los nervios que forman las bóvedas de crucería, así como los motivos heráldicos de las claves de las mismas.
Declarada Bien de Interés Cultural, la sobriedad de su exterior contrasta con la belleza de su interior.
Espacios para la memoria
Podemos decir que Andorra es un gran espacio museístico. A través de diferentes iniciativas que consolidan el atractivo turístico de la localidad y que nos cuentan su pasado del modo más didáctico posible, Andorra se convierte en un magnífico espacio para la memoria
El recorrido puede empezar por el Yacimiento Arqueológico del Cabo en el cerro San Macario, trasladado piedra a piedra desde su ubicación original hasta allí. El cabo no es sólo un poblado ibérico en sí. Allí se está realizando arqueología experimental: sobre alguno de los cimientos se han levantado muros y se han cubierto para mostrar cómo serían las casas ibéricas. (Se debe concertar la visita en la ofician de turismo municipal).
La Colección Etnográfica Ángel García Cañada recoge oficios perdidos y labores tradicionales. Su emplazamiento es perfecto, porque está en un horno del XVIII, que se ha conservado en muy buen estado y ya sólo su visión nos retrotrae al pasado.
El Centro Pastor de Andorra además de dedicar un amplio espacio a la figura de José Iranzo, está dedicado a la música tradicional y el folclore aragonés. Cuenta también con un Karaoke jotero: podrás cantar una jota y llevarte un vídeo de tu actuación.
En el Museo de la Semana Santa se pueden contemplar los diferentes pasos que componen la semana santa andorrana, una recreación de la rompida de la hora, audiovisuales, etc.
Podemos terminar este recorrido por la memoria en el Parque Minero de la Comarca Andorra-Sierra de Arcos, MWINAS, cuya sede está en el Pozo de San Juan, donde podremos conocer mejor el duro y desconocido oficio de minero.
Más información en http://www.culturandorra.com/turismo/turismo.htm
