La Empresa Nacional Calvo Sotelo, ENCASO, se instala en la zona hacia 1946 con una serie de proyectos muy ambiciosos. En 1947 se inician las obras del ferrocarril Andorra-Escatrón que acabarían en 1953. En 1948 dan comienzo las obras del barrio de la Estación en Andorra. Entre 1949 y 1950 se inicia la construcción del poblado minero de Andorra. Entre 1949 y 1953 se construye la central térmica de Escatrón. El primer plan de labores de la mina Andorrana es de 1950 y de 1952 es su primera producción de carbón. 1951 es el primer año con producción de la mina Oportuna y en 1956 inicia su producción la mina Innominada. Son pues unos años en los que ENCASO abordó una intensa actividad minera en la zona comenzando labores de preparación de forma casi simultánea en varias explotaciones. El principal objetivo era conseguir una capacidad de producción suficiente para abastecer de combustible a la central térmica de Escatrón.

De acuerdo con el plan original, la explotación más importante de todo este complejo iba a ser el Pozo de San Juan, en un principio llamado pozo Andorra, localizado en la concesión San Macario, en el borde oriental de la cuenca y muy próxima a Andorra. Este pozo se pensaba utilizar como único punto de extracción del carbón producido en otras dos explotaciones: Andorrana y La Oportuna. La previsión era optimista pues se esperaba que el Pozo de San Juan constituyera la principal fuente de producción de combustible durante los primeros 20 años. Las reservas calculadas eran superiores a los 34 millones de toneladas. Su capacidad se había fijado en 2.000 toneladas por día y existía un detallado plan de producción, con las técnicas a utilizar, los servicios y otros pormenores.

Según consta en la memoria del proyecto de profundización, fortificación y vestido del pozo Andorra, fechada en Andorra el 1 de diciembre de 1950, se había elegido para el emplazamiento del pozo “un punto que es aproximadamente el centro de gravedad de la zona a explotar, y que al mismo tiempo tiene fácil comunicación en el exterior con el ferrocarril que unirá Andorra con Escatrón. La zona elegida es el lugar conocido por Carralloza al Oeste del pueblo de Andorra, del que dista unos 1.500 metros”

En un primer momento se planeó excavar un pozo vertical de 4,50 metros de diámetro útil con revestimiento de hormigón y 344 metros de profundidad, los últimos 44 metros se destinarían únicamente a la caldera y espacio para el alojamiento de la instalación y mecanismos de carga automática de los skips. Éste quedaría unido por ferrocarril de vía ancha con Escatrón y por vía estrecha a otras instalaciones mineras de la misma empresa. Además, diversos planos y galerías transversales habrían de asegurar la ventilación, servir para el movimiento de personal y materiales y finalmente comunicar este punto de extracción con los macizos de carbón correspondientes a las explotaciones anteriormente citadas.

La profundización comenzó el 6 de noviembre de 1.950. Se llegó a la cota -175m en abril de 1952, pero las obras de perforación se toparon con una vena de agua de considerable caudal, un obstáculo que finalmente provocaría el abandono de la explotación en 1960; pero en principio, pese a este problema, el programa de producción siguió en pie y se realizaron diversos trabajos de desagüe para mantener el pozo seco.

El manto acuífero (comprendido entre las cotas -178 y -196) paralizó las obras de profundización durante algún tiempo pero éstas se reanudaron en octubre de 1.955. En 1956 las labores de inyección y profundización lograron atravesarlo y se llegó a la cota -213. En ese momento se realizó una captación de agua para el poblado con un caudal de 35 metros cúbicos por hora. Un año después seguían las dificultades provocadas por el exceso de agua, pero se lograron 263 metros de profundidad. Para entonces se había decidido llegar a la cota -370, es decir, 50 metros más de los previstos, con el propósito de alcanzar terrenos más firmes.

En el exterior se habían montado ya el castillete, las poleas y tornapuntas del sistema de extracción.

En noviembre de 1959, alcanzados los 386 metros, se da por acabada la profundización y se efectúan las labores previas para enlazar con el pie del plano auxiliar de la mina Andorrana aunque al año siguiente, se decidió detener el avance del transversal y abandonar el proyecto definitivamente. Sin embargo, el agua que se bombeaba del interior del pozo, que muy pronto se utilizó para abastecer el depósito general que alimentaba al poblado de ENCASO, se siguió utilizando para el abastecimiento de toda la población de Andorra que no dejaba de crecer y así ha sido hasta la actualidad, siendo una de las principales fuentes de agua de boca para Andorra. Es muy probable que el hecho de que hoy el castillete todavía esté en pie se deba en buena medida a que durante mucho tiempo fue un elemento fundamental para realizar las diversas faenas encaminadas a la extracción del agua utilizada para abastecer a la localidad andorrana.

El Pozo de San Juan nunca alcanzó la consideración de mina en explotación, pese a que los trabajos realizados habían sido muy costosos. Al valor de las labores de preparación en el interior (profundización y hormigonado, galerías de arrastre, de desagüe y de ventilación, de servicios, etc. ) se sumaron los edificios exteriores: además del castillete, el cabrestante, oficina de ingenieros, cobertizo de bomba inyectora, emplazamiento de máquinas, abastecimientos y depósitos de aguas; y los equipos también muy numerosos: motobombas, compresores, martillos perforadores, motores, puente grúa, transformadores, vagonetas, máquina de extracción. Además, contaba ya con línea eléctrica y telefónica, carretera, plaza y enlaces ferroviarios. Muchas de estas infraestructuras se han conservado y restaurado formando parte en la actualidad del Museo Minero de la comarca Andorra-Sierra de Arcos.

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